En los albores del Siglo XXI surgen dudas sobre la creciente privatización de los servicios policiales bajo la figura de la “seguridad privada”, esta situación se debe fundamentalmente a la cada vez más incesante puesta en marcha de empresas dedicadas a la prestación de servicios de seguridad, ya sea por monitoreo a través de CCTV, traslado de valores a través de vehículos blindados, o por la implementación de servicios de vigilancia por sólo mencionar algunas estrategias.
Un caso especial reviste la contratación de los denominados servicios de “escoltas”, considerados por muchos como la figura más evidente del fracaso de las policías que ha devenido en la implementación de servicios privados para la tranquilidad de las personas, y es que cada vez se muestran con mayor frecuencia los funcionarios de gobiernos, e incluso particulares, que recurren a los servicios de escoltas para garantizar su seguridad personal y la de sus familiares, ya sea por las fortunas amasadas durante muchos años, o por las funciones que desempeñan en el ejercicio de sus cargos.
Lo cierto es que todas estas variantes han supuesto desde el pasado hasta la actualidad un problema para los gobiernos, principalmente porque en el caso de los escoltas muchos ciudadanos ejercen dicho empleo sin la permisología necesaria, cayendo en actividades que por muy loables que sean, no dejan de estar al margen de la ley, y por ende, fuera del control de los Estados.
De ahí entonces que uno de los principales temas de discusión en los foros internacionales, sea precisamente la cada vez más evidente privatización de los servicios policiales, ya sea por acción o por omisión de los Estados, que contribuyen con políticas erradas al déficit de oficiales en relación al número de sus ciudadanos.
¿Más ciudadanos que oficiales? Un problema que se muestra en la implementación de la seguridad privada.
Dentro de lo que se dice en el debate internacional existe un amplio número de detractores que afirman que los servicios policiales ya se encuentran privatizados, otros por su parte, abogan por el hecho de que la seguridad privada es solo una solución al déficit de oficiales respecto al número de ciudadanos, no obstante, queda claro que el auge existente encuentra origen en el déficit de políticas efectivas para garantizar a los ciudadanos calidad de vida, por lo cual en la medida que ello continúe avanzando, con toda seguridad los servicios privados de escoltas seguirán arropando a los policiales.
Es así como muchos servicios de escoltas presentan mejores equipos que los oficiales, dando con ello respuesta al hecho de que exista mayor confianza hacia un lado que hacia el otro, sin embargo, el debate tampoco debe quitar el merito que ha tenido y seguramente tendrá la seguridad privada en el futuro, precisamente porque si bien no es la panacea o solución a los problemas de los ciudadanos, no menos importante es el hecho que da niveles de tranquilidad con amplia eficiencia que en muchos países del mundo son requeridos.
La seguridad privada es probablemente la muestra de un requerimiento que pide a gritos la sociedad del Siglo XXI.